jueves, 28 de marzo de 2019

DIOS ESTÁ MUERTO | ENSAYO LITERARIO SOBRE LA RELIGIÓN


DIOS ESTÁ MUERTO.

Desde que el hombre primitivo era una especie en peligro de extinción, ya tenía una conexión con lo sagrado; enterraba a los muertos malos, y a los buenos, entre buscar comida y no ser comido, hallaba tiempo para quitarles el cráneo y pintarlo de rojo para “mantener su espíritu entre la tribu”. No es algo nuevo el que la conexión con lo divino ha podido llegar a ser considerada algo vital en el ser humano, tanto como el hambre o el sueño.
Todo esto fue así hasta que llegó el cristianismo, que a esta conexión le dio el nombre de la Divina Trinidad y además le dio el poder de “la verdad”.

«Yo soy el camino, la verdad, y la vida».
(Juan 14:6)

Existe la profunda y atractiva noción de que todo lo que conocemos no es más que algo hecho por un Dios. Sin embargo, esta idea a mi parecer es opacada por otra incluso mejor, que dice que el hombre no fue hecho por Dios, sino que Dios fue hecho por el hombre.
En 1882, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su obra La gaya ciencia escribió:

«Dios ha muerto. Dios sigue muerto y nosotros lo hemos matado».

Desde luego que Nietzsche lo dijo de una forma metafórica. En mi opinión, Nietzsche nos trataba de decir que, como fuimos nosotros los humanos los que inventamos el método científico, el cual resultó más efectivo que la fe para averiguar la verdad, por ende ya no necesitábamos suponer que cualquier cosa fuera de nuestro entendimiento era creación de algún dios, o bien, algo sobrenatural. Aunque bueno, al decir que es más efectivo para saber la verdad, me refiero sólo a la verdad objetiva y reproducible en el mundo físico, y no para las verdades metafóricas o metafísicas de la experiencia subjetiva, pues las metáforas no existen en el mundo físico; son sólo palabras, nacieron con nosotros como mitos y supersticiones de una historia más antigua que el lenguaje.
Y si bien, hay mucha gente que trata de relacionar la religión con la ciencia, no están más que lejos de la realidad.
La religión observa algo que ocurre de forma desconocida, inventa una explicación de la nada y busca pruebas de literalmente cualquier tipo para comprobar la invención. Esto ha sucedido a lo largo de la historia con un montón de cosas, por ejemplo la lluvia; y bueno, todos ahora conocemos el ciclo del agua y ya nadie cree en Tláloc, ¿no es así?
Con esto no trato de decir que la ciencia se estudia con el afán de contradecir a la Biblia o de eliminar a Dios como el causante de los sucesos naturales; fueron de hecho los cristianos más curiosos los inventores del método científico. Las ciencias buscan el entender la realidad y armar modelos predictivos en base a eso.
Se observa algo que ocurre deforma desconocida, se razona, se elaboran varias teorías que pueden ser causa y ninguna de ellas será cierta hasta que no se demuestre con pruebas cuál podría ser la más acertada, e incluso: cuando se expone una teoría como “acertada”, esta nunca será definitiva y estará en constante cambio, en caso de aparecer nuevas pruebas que demuestren algo distinto. Cuando la ciencia no sabe algo, no lo inventa, simplemente espera a tener los recursos y la experiencia para saber la razón real.

«[…] Bienaventurados los que no vieron, y creyeron».
(Juan 20:29)

Si pensamos fríamente esta afirmación, es el plan perfecto para cubrir un engaño. Yo al leer esto por primera vez, puedo interpretar esto como si dijera "Yo existo, y la forma en que voy a mostrarte que existo es al no mostrarte que existo". Para cada otro objeto en el universo, la forma en que sabemos que este existe es porque el objeto nos da evidencia de su existencia. Si no hay evidencia de la existencia de un objeto, lo llamamos imaginario (por ejemplo, el ratón de los dientes). Pero con Dios, la falta de evidencia, irónicamente se convierte en evidencia. Bastante inteligente, pero obviamente un engaño.
Con lo anterior dicho no trato de decirle a la gente en qué creer, pero en lo a que mi concierne, creer en algo cuando no hay evidencia es un error. La religión trata con la historia, con la poesía, con literatura, con lo ético, con lo moral, y yo a todo esto lo apoyo de todo corazón; no obstante, discrepo cuando la religión pretende saber algo respecto a la ciencia.
La biblia, por ejemplo, fue adquirida por los judíos de los babilonios durante el cautiverio babilónico en 600 a.C., y es imposible negar que la ciencia ha mejorado desde entonces. Gran parte de los protestantes ven la idea de que el humano evolucionó de otras especies, de que la Tierra tiene 4.6 mil millones de años, del Big Bang ¡y no tienen problema con ello! El problema son las personas que consideran a la biblia como algo literal y creen que esta fue dictada por el “creador del universo” a través de un taquígrafo, cuando no son más que alegorías metafóricas.
Hablando del universo: si la visión general de una gran explosión, seguido de un universo que se expandió es correcta, ¿qué pasó antes de eso?

«Para muchas culturas, la respuesta usual es que uno o varios dioses crearon el universo de la nada. Pero si buscamos la respuesta con valor, entonces emerge otra pregunta ¿de dónde vino Dios? Si decidimos que esa pregunta es imposible de responder ¿por qué también no podemos concluir que el origen del universo es algo imposible de responder? O en todo caso, si respondemos que Dios ha existido siempre ¿por qué no podemos concluir también que el universo ha existido desde siempre, y que no es necesaria una creación como tal?».
-Carl Sagan (Cosmos: A Personal Voyage, 1980)

Antes no había química, había puro helio; pero todo el helio se agrupó en grandes masas que eventualmente comenzaron a hacer fusión y en el centro de las estrellas se cocinaron todos los elementos químicos que generaron la química, es una premisa muy básica. Si la mayoría entendiera que somos producto del azar de millones y millones de años, para que al final estemos en este momento, yo escribiendo esto y usted leyéndolo, se daría cuenta de lo maravilloso que es ese azar y tendría otra perspectiva de la existencia. A mi parecer, es evidente que no estamos aquí porque “Dios lo quiso así”, sino porque pasaron muchas cosas antes que dieron lugar a nuestra existencia.